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La Jornada / Opinión.

Jaime Martínez Veloz

¿Es posible crear una nueva

política de alianzas?

La clase política y los sectores oligarcas mexicanos han venido configurando una forma de hacer política degradante, hipócrita y chocante a los ojos de la ciudadanía. Preferimos el denuesto al argumento, la descalificación a la razón y eludimos cualquier acción pública que pueda construir puentes de entendimiento entre los diferentes actores sociales.

Las televisoras calumnian, difaman, tergiversan y emiten información que la realidad de las calles desmiente. Dos policías flanquean en forma bravucona a Flavio Sosa, pero les tiemblan las corvas con cualquiera de los grupos del crimen organizado, si es que no pertenecen ha alguno.

Los empresarios del Consejo Coordinador Empresarial se espantan ante las protestas contra el fraude electoral, pero aspiran a que con el tiempo se olvide la actitud canalla y delincuencial que tuvieron en el pasado proceso electoral. Vicente Fox no sólo resultó pillo y sinvergüenza, ¡hasta cínico lo convirtió el poder!, si no es que ya lo era. "Dos veces gané la Presidencia", declara y presume. El descaro es ilimitado. A confesión de parte, relevo de pruebas. La Fepade no es más que un adorno. El TEPJF acepta que Fox y los grupos oligarcas violaron la ley electoral, pero concluyó que dicho actos no contribuyeron en el resultado final. Sin método, sin rigor científico, al chilazo, dictaminaron y dieron el triunfo a quien no ganó. El mensaje es claro, "si el Presidente puede delinquir, ¿por qué no lo puede hacer cualquiera?"

Somos un país donde cuando menos su clase gobernante ha sido incapaz de construir acuerdos mínimos en torno a los temas más elementales de la convivencia social. Falta rumbo, sobra demagogia. Nadie está exento, mucho menos los partidos, el PRD no es la excepción como tampoco la otra parte de la izquierda. A los ojos de la población somos iguales todos, incluyendo periodistas, empresarios y líderes de cualquier tipo. Nadie nos salvamos de la crítica pública.

Tercer Grado es un programa en el que quienes se dicen periodistas exhiben sus miserias. Televisa se asume fiscal de la pureza pública, aunque utilice sus medios para infringir la ley, permitiendo la difusión de campañas ilegales e infamantes en contra de la izquierda mexicana.

En medio de esta crisis, el neoliberalismo no sólo ha propiciado la entrega de recursos, territorio y recursos a las trasnacionales, sino quizás algo más grave aún: la claudicación del Estado a los espacios de seguridad nacional. Los aeropuertos y puertos son administrados por gerentes de medio pelo, nombrados por compañías danesas, españolas, francesas chinas, gringas o alemanas que los controlan. Por ahí entra todo lo que cabe, se trafica con personas, armas, drogas y todo lo que se pueda.

Ante este funesto panorama, ¿es posible revertir lo que parece el peor de los destinos? Creo que mínimamente todo mexicano puede hacer el intento de construir una nueva forma de entender y enfrentar la realidad. Desde cada trinchera, desde cada región es posible explorar nuevas formas de construir mecanismos de lucha para trascender la actual coyuntura. La formulación de esquemas de comunicación alternativos, la puesta en práctica de políticas alejadas del clientelismo y el cortoplacismo que aspiren a una real disputa del poder a la derecha en cada estado es una necesidad impostergable.

La entrega de nuestras riquezas al extranjero ha producido millones de pobres y unos cuantos multimillonarios. En tanto pasa esto, la clase política utiliza los viejos esquemas para relacionarse. Filtración de chismes, rumores, avaricia por los cargos plurinominales; en Baja California la disputa por las migajas se da a navaja limpia. En el PRD no somos la excepción. Disputar el poder en forma real les produce urticaria a quienes aspiran a conformarse con un mendrugo.

En el norte del país la derecha ha construido una presencia sobre la base de una política pragmática, alejada de cualquier escrúpulo y vinculada a los intereses de las empresas extranjeras.

Desde Baja California se producen más de 3 mil megabatios para abastecer de energía al sur de Estados Unidos, gracias a los permisos que Vicente Fox otorgó a las trasnacionales. Ahí viene el proyecto portuario Punta Colonet, junto a las regasificadoras que ya se construyen para entregar el gas natural licuado (GNL) a California. Desde hace 18 años, el crimen organizado y las trasnacionales son las únicas instituciones que funcionan a cabalidad en nuestro estado. Los gobiernos panistas solamente han sido gerencias de paso al servicio de esos intereses y han convertido a Baja California en el sótano de máquinas de lo gringos.

Abrir el debate en el tema de las alianzas electorales no es un tema menor que al final podrá concretarse o no, pero el ejercicio puede ser enriquecedor para asumir en forma coordinada los temas que hoy agobian a los bajacalifornianos.

Este ejercicio no es ni puede ser aséptico, ya que tiene complicaciones explicables, tampoco estará exento de ser torpedeado por el PAN-gobierno y sus socios y compañeros de ruta infiltrados en el PRI y el PRD; sin embargo, estoy seguro de que en ambos partidos existen hombres y mujeres con talento y madurez, patriotas y progresistas, cuyos anhelos y aspiraciones son comunes.

 
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Creo que queda claro, como lo dice Jaime Martinez, y es que en estas condiciones es imposible crear alianzas. Por una parte tenemos a una minoría que lo tiene todo, bueno, casi todo, pero que esa minoría también lo quiere todo; por otro lado estamos la mayoría que no vamos a permitir mas el despojo de los de arriba. 
 
 

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