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Artículo de Opinión

 
¿Quién hace la Revolución? ¿La Guerrilla o las Masas?
 

Por Eugenio Greco

Desde Mao en adelante parece darse casi una ley: cuando triunfa una revolución cuya dirección fue guerrillera o hizo guerrillas, se produce y generaliza una concepción equivocada: quien triunfó fue la guerrilla, no el movimiento de masas. Sin embargo, la realidad indica lo contrario: jamás triunfó una organización guerrillera en base a su estrategia guerrillera (más bien siempre fueron derrotadas); siempre que hubo triunfos revolucionarios ellos fueron producto de grandes movilizaciones revolucionarias de masas. Algunas direcciones, como la castrista, ocultaron esa realidad; otras, como la sandinista, la reconocieron. Pero así fue.

En el caso chino, la "Gran Marcha" fue en realidad una gran huida. Desde el punto de vista militar, el P.C. estaba cada vez peor, casi derrotado, aunque mantenía una poderosa influencia como partido político. Lo que salvó a Mao fue, paradógicamente, la invasión japonesa. Toda China se levantó contra los japoneses. En toda ciudad, pueblo o aldea chinos surgieron organismos de resistencia al invasor, en los cuales participaban desde los trabajadores y campesinos hasta importantes sectores de la burguesía. Mao, inteligentemente, volcó su partido hacia esas organizaciones de masas de resistencia y ese fue el secreto de su victoria. Mao fue, sí, la dirección política de la revolución china. Pero no por haber hecho guerrillas --independientemente de que ello fuera necesario en su momento como táctica militar defensiva--, sino por el papel político que jugó como dirección del multitudinario levantamiento de las masas contra el imperialismo japonés.

La experiencia cubana tiene elementos comunes con la china. Las dos acciones guerrilleras que reivindica Fidel Castro, el asalto al Moncada y el desembarco del Gramma, terminaron en sendas catástrofes militares. Pero Castro era un gran dirigente político de masas, la máxima figura de izquierda de un partido burgués de masas opositor a Batista, el Partido Ortodoxo. Fue el levantamiento contra la dictadura batistiana de los semiproletarios agrícolas y los campesinos pobres primero y de la clase obrera y el pueblo urbano después, quienes dieron su fuerza al Ejército Rebelde, desmoralizaron a las tropas del régimen y, por medio de la huelga general, abrieron las puertas de las ciudades fundamentales de Cuba al triunfo total de la revolución.

Guevara, que se declaraba discípulo de Mao y de su estrategia de "Guerra Popular Prolongada", de la periferia hacia el centro, del campo hacia la ciudad, extrajo de la experiencia cubana conclusiones opuestas a la realidad. Quizás por no ser él mismo un dirigente político de masas, teorizó esas falsas concepciones llevándolas al extremo. De allí surgió la teoría del "foco" guerrillero: la simple instalación de un reducido grupo de combatientes en alguna zona de difícil acceso para el ejército ya era el comienzo de la revolución; ese pequeño grupo iría ganando el apoyo de la población local y extendiendo su acción hasta convertirse en un ejército y pasar de la guerra de guerrillas a la guerra convencional contra el ejército enemigo. En el esquema del Che, las condiciones objetivas eran necesarias sólo en el sentido de que hubiera una gran miseria de las masas y un régimen odiado; lo demás venía solo, como producto de la voluntad y heroísmo combatiente de un puñado de luchadores. La disposición o no de las masas a entrar en lucha no era tomada en cuenta por la estrategia foquista como un factor objetivo. Por supuesto, el Che reconocía la necesidad de un apoyo de masas para que la guerrilla triunfara. Pero ese apoyo de masas se lograría a fuerza del voluntarismo de los combatientes, no como una disposición de las masas para salir a la lucha. Era, en ese sentido, claramente antileninista, ya que Lenin siempre ubicó a la movilización revolucionaria de las masas como un factor objetivo, independiente de la voluntad de los revolucionarios.

La influencia de esta teoría y estrategia castro-guevarista impregnó a todos los guerrilleros latinoamericanos. Es cierto que el auge de las luchas urbanas a fines de los '60 y durante los '70 (estallido estudiantil-popular en México en 1968, "Cordobazo" argentino de 1969, etc.), junto a varias derrotas de la guerrilla rural, hicieron surgir una variante guerrillera urbana. Pero ella se basaba en los mismos principios que el foquismo rural guevarista: la "propaganda armada", es decir el terrorismo urbano "enseñaría" a los trabajadores y al pueblo de las ciudades la necesidad de la lucha armada y los llevaría a apoyar a la guerrilla.

En el caso nicaragüense, los sandinistas estaban divididos en diferentes alas, desde la "Proletaria" que preconizaba las acciones urbanas, hasta la denominada "Guerra Popular Prolongada", más cercana a la ortodoxia maoísta. Pero todas ellas, tras largos años de combates contra Somoza, estaban diezmadas y reducidas a su mínima expresión. En las vísperas mismas de la revolución nicaragüense, entre todas, sumaría 50 o 100 militantes. Estando la guerrilla sandinista militarmente casi acabada, estalló la insurrección de las masas tras el asesinato de Chamorro. El sandinismo se lanzó a la ofensiva, pero si bien ella sirvió para distraer fuerzas gubernamentales hacia los frentes sur y del norte, no fue esa ofensiva militar la que dio el triunfo a la revolución. Somoza cayó por la acción insurreccional de las masas urbanas, a la cual frecuentemente los destacamentos armados del sandinismo llegaban tarde o directamente no llegaban. Pero el sandinismo, que tuvo el gran mérito político, no militar, de ser opositor intransigente y enemigo mortal de Somoza, fue visto por las masas como su dirección política. El pueblo insurrecto se llamaba a sí mismo "sandinista", aunque no hubiera presente un solo militante ni combatiente sandinista. La dirección sandinista vio el proceso insurreccional y, abandonando toda teoría guerrillerista, se volcó hacia él, ganándose el papel de dirigente político de la revolución.

Tuvo, además, el gran mérito y honestidad de reconocer la realidad tal cual fue. El comandante sandinista Luis Carrión señaló: " El elemento predominante de nuestra guerra ha sido la insurrección ". El comandante Joaquín Cuadra relató: " Estallaban miniinsurrecciones espontáneas que demostraban una gran combatividad y una extraordinaria firmeza por parte de las masas, mientras que las estructuras políticas y militares de vanguardia experimentaban un notorio retraso ". El comandante Javier Carrión sintetizó: " La guerra se ganó prácticamente por la participación del pueblo, sin eso, nosotros no hubiéramos hecho gran cosa ". Y el propio comandante Ortega dijo: " ... el peso fundamental de la lucha armada lo llevó nuestro pueblo... Podríamos decir que las masas estuvieron permanentemente insurrectas... La insurrección popular en Nicaragua... fue un fenómeno que parió todo el pueblo y fundamentalmente nuestros más humildes, más explotados y oprimidos trabajadores del campo y la ciudad... Fueron nuestras masas las que le dijeron a su vanguardia, el Frente Sandinista: '¡Esta es la forma de lucha!'. Nosotros, la vanguardia, no hicimos más que ponernos al frente de esa voluntad, de esa decisión, de esa actividad popular " (Citado por Leonel Giraldo, Centroamérica entre dos fuegos , Norma, Bogotá, 1981, p.p.. 33-35).

Lo mismo que hemos dicho de China, Cuba y Nicaragua podríamos demostrarlo en cualquier otra revolución triunfante, con dirección política guerrillera o sin ella. No es una organización militar la que hace una revolución; las revoluciones las hacen las masas. No es una dirección militar la que dirige una revolución; las revoluciones las dirigen direcciones políticas, es decir, organizaciones o líderes con quienes las masas identifican políticamente sus intereses.

Por esa razón, mantenemos con más fuerza que nunca tras el triunfo de la revolución nicaragüense que es absolutamente necesario combatir políticamente la estrategia guerrillerista y a las organizaciones que la defienden y la llevan a la práctica. Si son la masas las que hacen las revoluciones, toda prédica, propagandística o práctica (a través de acciones) de que es una ínfima minoría de guerrilleros la encargada de hacer la revolución, es un factor de profunda desmovilización del movimiento de masas, va en contra de la revolución.

Es obligación de los marxistas decirle la verdad a las masas: ¡Son ustedes y sólo ustedes los que pueden solucionar sus problemas si se movilizan en forma multitudinaria y apelando a todos los métodos para luchar contra los explotadores, el imperialismo y el gobierno de turno! ¡No hay pequeño grupo ni minoría, por más heroica que sea, que los salve de la miseria y la represión! ¡Hagan ustedes la revolución, porque es necesaria, porque no hay otro camino y porque nadie la va a hacer por ustedes! ¡Las minorías fracasan! ¡Ustedes, la mayoría pueden y deben vencer!

(Fragmento de Tesis sobre el guerrillerismo).

 

 

by. Movimiento al Socialismo antes Partido Obrero Socialista 
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