SIP.
SIP: mordaza de libre presión
José Steinsleger/ II La Jornada
Formateada por los "amos de la prensa" (voz acuñada por el legendario investigador estadunidense George Seldes, 1891-1995), la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP) lleva más de medio siglo absolviendo, fiscalizando o condenando qué debemos entender por noticia, información, democracia y libertad de expresión.
Luego del ruido y aprobación de la intervención yanqui en Guatemala (1954) y el derrocamiento de Perón un año después, los diarios afiliados a la SIP cargaron contra la revolución cubana (1959). En octubre de 1961, por ejemplo, Washington decidió que las relaciones del gobierno argentino con Cuba debían reventarse.
Acatando la sugerencia, La Nación de Buenos Aires publicó la foto de Jules Dubois (presidente de la Comisión de Libertad de Prensa de la SIP) exhibiendo unos misteriosos documentos sacados subrepticiamente "... de la embajada cubana en la Argentina". Arturo Frondizi (quien no era "de izquierda", pero sí presidente de un país soberano) protestó ante el secretario de Estado, Dean Rusk, y calificó la maniobra de "burda provocación".
Regañado por Rusk, el agente Dubois aceptó la legitimidad del infundio. La "ética informativa" de La Nación quedó al desnudo. Cuarenta y cuatro años después, el presidente Néstor Kirchner manifestó en respuesta velada a las constantes presiones del vocero histórico de la oligarquía argentina: "No puede ser que quienes vengan a decir cómo funciona la libertad de prensa son aquellos que para imponer sus ideas mataron, asesinaron y secuestraron" (4/03/05).
Kirchner (quien tampoco es "de izquierda", pero sí gobernante de un país soberano) pasó a engrosar la nómina encabezada por los presidentes Fidel Castro, Hugo Chávez y Evo Morales, quienes felizmente no entienden el concepto de "libertad de prensa" de la SIP.
Pero en días pasados, cuando Kirchner cuestionó los infundios de Joaquín Morales Solá (nave insignia del periodismo canalla) cometió un error de fechas. Para qué. Bañándose en agua bendita, Morales Solá redobló sus ataques y escribió: "Kirchner entiende sólo dos clases de periodismo: uno es el incondicional a él, por las razones que fueren, y el resto pertenece a una oposición que debe desaparecer" (La Nación, 1/10/06). Cínicamente, Morales Solá asoció al gobernante con el nazi Goebbels y sugirió a sus lectores que "en las hemerotecas" consulten si había escrito tal o cual cosa en la fecha dada por el presidente. Tenía razón: ¿qué tipo de asesores en comunicación tiene Kirchner? De lo contrario, hubiesen dado con los desmesurados elogios de Morales Solá al general torturador y genocida Antonio D. Bussi, jefe de la quinta brigada del ejército en la provincia de Tucumán (La Gaceta de Tucumán, 8/6/76).
Otro capítulo del terrorismo informativo de la SIP tuvo lugar antes, durante y después del gobierno de la Unidad Popular en Chile. Según investigaciones del Senado de Estados Unidos, el llamado Comité de los 40 autorizó a la CIA a una operación secreta de propaganda el 14 de septiembre de 1970. Menos de una semana después, la SIP emitió en Washington un comunicado que denunciaba las amenazas a la "libertad de prensa" en Chile "... por los comunistas y sus aliados marxistas". ¿Vocero criollo? El inefable diario El Mercurio, dirigido por Agustín Edwards, uno de los invitados de honor a la 62 Conferencia de la SIP que acaba de sesionar en México.
En 1970, Edwards llegó a Washington para buscar el apoyo de Estados Unidos para un plan destinado a impedir la elección de Salvador Allende. El 15 de septiembre, un día después de que el Comité de los 40 dio su aprobación para la campaña antiallendista, Edwards se reunió con Richard M. Helms, director de la CIA.
El 22 de septiembre, El Mercurio publicó un editorial en el que sostenía que "la supervivencia de los derechos individuales era la cuestión más importante que debía decidir el pueblo chileno". Según el informe del Senado, los agentes de la CIA entre el personal del periódico "... le permitieron a la oficina generar más de un editorial diario, de acuerdo con los lineamientos fijados por la agencia". Dos días después, la agencia española de noticias Efe en Santiago envió una nota a toda América Latina, en la que informaba de la manifestación antiallendista de un grupo "... en constante crecimiento": el grupo fascista Patria y Libertad, financiado por la CIA. Con base en el informe del Senado, el articulista Walter Pincus, del Washington Post, aseguró que Efe recibía un subsidio de la CIA para sus operaciones en América Latina: 18 periodistas chilenos bajo control directo de la CIA, en puestos administrativos importantes en los medios informativos.
Por otro lado, la CIA creaba la agencia Latin establecida, teóricamente, por "13 periódicos latinoamericanos de la SIP". Latin contrató a Reuters, agencia de noticias británica, para que administrara la operación. La CIA quería tener un competidor latinoamericano para la agencia cubana Prensa Latina. Según el informe del Senado, Latin transmitió 726 artículos, editoriales y notas del tipo "submarinos soviéticos frente a las costas de Chile".
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