El gobierno ha buscado acabarnos, acusan caxcanes ante el delegado Zero
Queremos conservar nuestras costumbres; el Procede es para robarnos tierras, aseguran
La comunidad de Zacatecas afirma que las autoridades apoyan a latifundistas
Mesa de Palmira, Zac. 9 de noviembre. Los caxcanes no quieren morir. Casi borrados del mapa por los sucesivos conquistadores, desde el genocida Nuño de Guzmán en el siglo XVI hasta el Procede neoliberal del siglo XXI, ignorados en los censos, olvidados por los gobiernos del cambio federales y zacatecanos, ahora reciben a la otra campaña y al Congreso Nacional Indígena, lo cual prueba que aún existen.
"Hamos oyido de esas comunidades, donde vive gente indígena más organizada", dice el señor Rubén, de Tocatic. "Aquí somos tres comunidades que a la vez son una sola. Tamos desuníos. El gobierno da poquito pa desunir. Los hamos rogao, los hamos dicho a los gobiernos que no tenemos agua. Tamos pobremente, verdad. Hamos sufrido. Aquí tuvimos como un año la judicial metida. Pasaba tirando descarga de balazos. Asustaba. Nos tenía bien humillados", recuerda, y reconoce: "Hamos tenido proglema siempre".
Aquí se da maíz, chícharo, papa, avena, habas, calabazas, dice, reconociendo que sus tierras pueden ser generosas, pero los insumos son muy caros y no hay acceso a pozos. "La tierra sí produce porque tenemos un cielo que siempre nunca falla. Es una sierra bonita y rica de agua. Hubo este año muchos ciclones y lluvia. Para haber tenido recursos, hubiéramos sembrado más." Menciona que el año pasado fue malo, por sequía. "Pero no hay gobierno para nada en estas tierras tan lejanas. En todititas las cosas el gobierno nos niega. Nos tiene de gente mala."
Castellano arcaico con inglés
Parecen salir de fotos de Tina Modotti o de las películas del Indio Fernández, con sus sombreros anchos, de palma, muy rurales. Una estampa detenida en el tiempo. Enjutos campesinos de mirada dura y desconfiada rodean al delegado Zero en el patio de la escuela de Mesa de Palmira, en las cumbres de la sierra de Morones, con el cerro Grande a la vista, desde el cual en días claros se divisa la lejana ciudad de Zacatecas a través de la barranca.
Es curioso su castellano arcaico, cuando a la vez muchos hablan inglés, o al menos lo entienden. Aquí también es Zacatecas, la migración periódica a los campos de Oregon y Washington forma parte de su vida. Y no se ven muy ricas las tierras. Como dice Rubén, su fertilidad depende del cielo. Enclavados en una zona que se entrevera con el norte de Jalisco, los pueblos de origen caxcán que aún quedan en el municipio de Tlaltenango de Sánchez Román son Tocatic, Cicalco y Tlaltenango.
Otro hombre expresa: "Yo ando a una cantidad de 63 años y desde que me acuerdo los invasores llevan pacas de dinero al delegado de gobierno para que haga los deslindes a su favor. Y el gobierno nos echa en el olvido porque siempre está comprao. 'Señores, espérense', nos dice, '¿no ven que orita (los invasores) son como la vaca que está echando leche?' Entonces los invasores están gozando, pasteando sus becerros en el terreno que es de la comunidad". Y la resolución presidencial de inafectabilidad no se ha ejecutado desde 1951.
"Cada selección de un candidato dice que va a trair lo que necesitamos. 'Les vamos a poner otro alambre para que vean mejor su televisión. Les vamos a empavimentar unos kilómetros de camino'. De eso no hemos visto nada. El gobierno de Zacatecas la ayuda la avienta para los que ya tienen dinero".
Otro labriego de Tocatic toma el micrófono: "Las comunidades indígenas son pilares de aquí. El gobierno nos separa cada día más. El que llega de comisariado ejidal se hace de la idea del gobierno y hace las cosas mal, se pone de acuerdo con los latifundistas. Deberíamos tener un comisariado de las tres comunidades, y que las juntas se respetaran. Queremos conservar nuestros derechos, usos y costumbres.
"Vamos con el gobierno y nos dice 'empotrérerense y hagan emparcelamiento con el Procede'. Sabemos que es para que piérdamos nuestra tierra". El pueblo caxcán posee 33 rancherías y tres mil 251 hectáreas, "pero tenemos mucho terreno invadido por los pequeños propietarios que nos rodean, y el gobierno ha contribuído".
Desde 1840, cuando se separaron dos pueblos (o sea, renunciaron a su condición de indígenas momax y totatiche), no habían tenido una crisis interna más grave que la iniciada en 1988, cuando el gobierno priísta armó a un grupo de indígenas: "Hubo gente que se prestó, y fue desastroso, estuvimos a punto de hacer una masacre de gente comunera, pero lo pudimos detener". Y cuenta: "A los cuatro vientos tenemos invasiones, pero nuestras comunidades no han permitido la entrada del Procede. Somos más de 7 mil 500 comuneros. Desde 1537 nuestros compañeros y ancestros dan la lucha. Seguimos la noticia de los acuerdos de San Andrés porque iban a proteger las leyes a los indios. Vimos que no se cumplen. Que hay muertos por esa lucha. Estamos seguros de que en todo el país existe mucha gente comunera y de ejidos que estamos listos para cambiar las cosas".
Un hombre de Cicalco apunta: "Somos descendientes de los indígenas que peregrinaron estas tierras, ya las tenían antes de los españoles. Pagaron mucho tributo al virrey Antonio de Mendoza para tener derecho. Siempre hemos tenido que pagar, a todos los gobiernos desde entonces, por conservar nuestras tierras en la sierra de Morones. Los políticos ahora quieren acabar con la propiedad social y la comunal. Unos luchamos por conservarla; otro grupo aliado a los funcionarios acepta destruir las comunidades. Pero estamos dispuestos a dar la lucha para organizarnos".
Un participante más, "a nombre de toda la rancherada", advierte: "Dinero hay a montón en el país, pero se lo están quedando los funcionarios".
La Jornada online.
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