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NO RENDIRSE JAMAS (Primera de dos partes)

           
                        Por el PROFR. y LIC. MIGUEL TREVIÑO RABAGO               
 

 
                 VIVIMOS en una sociedad domesticada y castradora, que cada día se empeña en callarnos, controlarnos, mediatizarnos, opacarnos y nulificarnos. De ello se encargan todos los agentes que contribuyen a convertirnos en un número más, en un bulto más, en un fantasma viviente sin destino ni voluntad. Algo así, como una cosa más. Los estudiosos nos llaman la masa. Y las masas dicen son algo subjetivo, son todo y nada a la vez.
 
                  LA FAMILIA, la escuela, la iglesia, el sindicato, los medios de información impresos y electrónicos, el futbol, el club, el patrón y su empresa, la policía, los libros, la publicidad, los políticos y sus partidos, los llamados intelectuales, etc; toda la sociedad en su conjunto tiene el único y fundamental propósito de -conciente o inconciente- de imponernos sus "reglas" para igualarnos, hacernos en serie, clasificarnos, controlarnos, inventariarnos y finalmente domesticarnos. El hombre domesticado no da problemas. Es uno más del montón a quien se le arrebata hasta su oportunidad de expresar algo. No se trata de educar, de formar, se trata de domesticarnos como si fueramos animales sin criterio ni razón.
 
                  A LO LARGO de miles de años, los más fuertes o los más poderosos, han hecho su mejor esfuerzo por controlar la vida de los que nos llamamos seres humanos, que en ocasiones somos los más inhumanos. Han utilizado todos los métodos de fuerza y persuación para someternos a su voluntad y capricho. Pero en el fondo de todo lo único que han buscado -y lo siguen intentando- es silenciarnos, callarnos, domesticarnos para que no pongamos en entredicho su supuesta "autoridad" y "superioridad". Y para lograrlo no han vacilado ni para derramar sangre de los que no se someten ni se callan. Allí donde hay uno que levanta la voz, allí está el pueblo que lucha por no se pisoteado.
 
                   TODOS ESTOS llamados factores de "poder", actúan en forma conjunta apoyándose unos a otros en forma descarada y cómplice. Solo así sobrevive lo que llaman el "Estado" que ellos mismos han inventado y del cual se han apoderado en forma legítima o ilegítima, para ejercer una autoridad, que es, las más de las veces, la más ruin, abusiva, violenta y perversa. Pero cuando el hombre o la mujer se dan cuenta que son injustamente maltratados, simple y sencillamente levantan la voz y se rebelan en los hechos.
 
                   PERO ESTA REBELION es más factible que provenga de los hombres y mujeres jóvenes, porque es lógico que ellos nos están aún domesticados, como ya lo están los adultos, que a lo largo de su existencia han establecido también, compromisos ineludibles y hasta complicidades vergonzosas para alcanzar sus "metas" que a veces son irrisorias, ficticias, vanidosas e intrascendentes. Son todavía de los que se conforman con espejitos y cuentas de cristal. Por eso existen millones de "gutierritos" y muy pocos "pitos pérez". La diferencia es abismal, porque el primero representa la mediocridad y el segundo el espíritu libre e indomable del auténtico pueblo.
 
                   SOLO LOS JOVENES con su limpio e incondicional accionar y pensar, pueden transformar una realidad tan triste como es la que viven y soportan los llamados adultos. Y es que el joven -sea hombre o mujer- no tiene compromisos más allá de su luminosa vida que apenas inicia. No se han manchado ni sumido en el nauseabundo mundo de los mayores que ya probaron todas las corruptelas y deshonestidades. De allí que el podrido y endeble "Estado" en contubernio y amasiato con sus satélites llamados escuelas, iglesias, medios de información y hasta la llamada "familia", intente por todos los medios controlar la vida de los jóvenes para que "sean" y se "conviertan" en "buenos" ciudadanos. Entonces busca imponerles "sus" reglas y leyes -absurdas, injustas y
tontas-, darles insignificantes "premios" llamados "becas" sólo para los bien portados, los empuja hacia escuelas con pésimos maestros que informan pero no forman, mientras las iglesias "registradas y reconocidas" como marcas comerciales, los amenazas con el diablo y el infierno. Los medios distorsionan la realidad proporcionándole información que es basura y veneno para su mente y su corazón. Les inyecta el virus del consumismo, les explota la vanidad y los inducen a creer que la vida se reduce a marcas, ropa, música, perfumes, drogas, alcohol, aparatos, paseos y reventones.
 
                    NADIE les trasmite a los jóvenes, valores de honradez, rectitud, verdad, respeto por otros seres humanos y por la naturaleza, integridad en la conducta, ideales, fidelidad a sus principios y creencias, amor a su vida y a su cuerpo, amor hacia los demás, amplitud de criterio, ejercicio de sus opiniones, tolerancia hacia la diversidad, búsqueda de concensos y práctica de la democracia, diálogo abierto y franco, sexualidad sin culpa, consideración por los ancianos, admiración por la cultura universal y las expresiones libres de las bellas artes, buenos hábitos de limpieza y protección para sí mismos, etc; etc. No, el "Estado" ha diseñado "programas y esquemas" educativos para despersonalizar a los jóvenes; meterlos en un corral llamado escuela y domesticarlos para seguir viviendo de ellos.
 
                    SE EMPEÑA el supuesto "Poder" en hacerles entender a los jóvenes -por la buenas o por las malas- que "debe" obedecer y callar. Ser uno más del rebaño y acatar las reglas injustas, inhumanas y hasta absurdas inventadas por seres ocultos en escritorios que reciben un pago por servir a los que detentan el poder. Y por esas arbitrariedades de los poderosos es por lo que los jóvenes se rebelan. Su mente y su corazón no están hechos para las mentiras. Los jóvenes no son tontos, son demasiado inteligentes. Mientras el adulto claudica por miedo, resignación y hasta por convenenciero, el joven no tiene ningún problema para rechazar valientemente los obsoletos esquemas que por la fuerza le quieren imponer sus padres, maestros y los políticos y funcionarios corruptos de cualquier partido y tendencia.
 
                     NO QUIERO DECIR tampoco que no hay hombres y mujeres maduros que no sean rebeldes e inconformes; pero aún éstos tienen ya limitaciones físicas, mentales y sociales. Los jóvenes no. Son más libres de actuar y pensar. No se amarran a compromisos, no se venden por mendrugos, no se dejan manipular por monedas, no se doblegan por conveniencias, no se intimidan ante los prepotentes y presumidos, no se achican ante la pelea, no entran en pánico por sus bienes materiales, no se corrompen por migajas. Ellos son -los jóvenes- hombres y mujeres, que pueden verdaderamente hacer cambiar la cosa pública en México, en América entera y el mundo. Ellos son los que pueden crear o destruír las llamadas "instituciones" que el pueblo necesita o que detesta. Ese
pueblo sediento y hambriento de una justicia e igualdad social que nunca les han llegado, porque el verdadero "pastel" solo es para disfrute de los poderosos y ricos. Mientras tanto, millones de pobres, se sientan a ver como se lo tragan los dueños y cómplices del "Estado" mexicano.
 
                    LOS JOVENES -hombres y mujeres- de México están llamados a revolucionar la historia. Esto no puede seguir así. Es ofensiva la pobreza e indignante la corrupción. Ningún partido político se salva del repudio y el cuestionamiento popular. Son las mismas mafias con las puertas cerrradas por dentro para no perder sus privilegios y cotos de "poder". Su conducta es la misma que siguen los hombre del llamado "poder", de la iglesia llámese como se llame, del sindicato, de los medios, de las universidades, de la narcocracia, de los grupos policíacos y paramilitares, de las cúpulas empresariales, de la burocracia, etc; etc.  (continuará).....
 
 
                                  trabago49@hotmail.com         elobservadorpolitico@hotmail.com      

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