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En Nuevo Laredo difuminan la ley para atraer capitales, denuncian ante Marcos

Habitantes de Blanca Navidad exponen ante el zapatista abusos del alcalde

Trabajadoras de maquilas organizan sindicatos para afrontar a los gigantes empresariales

 

 

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Nuevo Laredo, Tamps. 22 de noviembre. En la colonia Blanca Navidad hay tanta carencia material que ni para generar basura alcanza. Eso les permite tener limpio su espacio. A no ser que estas personas trabajadoras que la habitan sean ellas mismas la basura. Al menos así se les trata.

Ni pipa de agua se digna mandar el gobierno municipal de una ciudad donde podrá haber muchos pobres, pero también se mueve muchísimo dinero. Si bien los ricos prefieren vivir del otro lado, en Laredo, Texas. Y buena parte de ese dinero es del narco y se paga también con el plomo de las ejecuciones. Acá hasta los periodistas lo saben.

Las autoridades, y las empresas que proliferan con entera libertad, han convertido a Nuevo Laredo en algo así como el vertedero de la mierda nacional. Se ve en el maltrecho río Bravo, llamado Grande en Estados Unidos, pero que es más lo primero que lo segundo.

Con tal de atraer los famosos capitales e inversiones, nuestras leyes se han difuminado y reformado para que todo sea "atractivo" a las empresas: agua y electricidad gratis, estímulos fiscales, laxas reglas ambientales y la mano de obra más barata del mercado internacional. Con eso de que la competencia son Sri Lanka, Bangladesh y China, hay que meterle esfuerzo a eso de mantener a la gente necesitada y obediente.

"Allá pallá ha habido muchas quemazones", expresó con nerviosismo una mujer que subió a la tarima donde este martes fue recibida la otra campaña, en Blanca Navidad. Aquí los incendios son un riesgo cotidiano. Una trabajadora puede estar cubriendo su turno nocturno en la maquiladora, mientras desconocidos le rocían con gasolina su casa de tablitas y cartón corrugado y le meten fuego. A veces con niños adentro.

Blanca Navidad, esperanzadamente fundada el 22 de diciembre de 2004, carece de agua, luz, calles. La habitan más de 2 mil personas. Hay otros lugares así, como Lomas del Rosario, de donde José vino a ver al subcomandante Marcos con su hijita de tres años en brazos. Su mujer está trabajando. Es albañil desde 1998. Dice que es peor en las fábricas. "Los trabajadores no tienen seguro. Si te accidentas, te despiden. El gobierno no hace nada. Lo permite". Describe la casamata que habita y que para colmo renta, con frialdad, como si no le afectara.

Mira alrededor, Blanca Navidad, terregosa y crepuscular, le dice 'esto eres'. "Allá en mi casa es igual", comenta. "No hay sanidad". Inesperadamente los ojos se le llenan de lágrimas. Hasta tiene que limpiárselas con la manga mugrosa del suéter.

Una mujer rinde testimonio al micrófono, en presencia del delegado Zero. En diciembre de 2005, el alcalde priísta Daniel Pérez Treviño estuvo aquí repartiendo cobijas y juguetes (abundan los niños), haciendo promesas y tomándose la foto. En febrero de 2006, vino una orden de desalojo masivo y unos bulldozers arrastrando tablas, cubetas, piedras. "Y allí se llevaban las máquinas los juguetes que el mismo gobierno había repartido", dice, más allá de cualquier ironía.

Las plantas maquiladoras proliferan como inmensos cajones sin ventanas, en la franja fronteriza. Parecen prisiones. Fela, que se empleó por años en la maquila y ahora trabaja en apoyo a las obreras, recuerda que una vez visitó las comunidades zapatistas de Chiapas. En el caracol de Morelia le ofrecieron quedarse a dormir. Allí, en ese lugar pobre y rural, la invitaron a tomar café y se sintió "increíblemente honrada. Imagínense yo, Fela, una obrera cualquiera, invitada de los zapatistas".

Las mujeres ya se organizan en Nuevo Laredo. Por ejemplo, en la Coalición por Justicia de la Maquiladora. Martha Ojeda, de dicha organización, guió al subcomandante Marcos hasta un paraje a orillas del río Bravo. Allí le mostró (y a los medios locales en pleno) un vertedero pestilente que corre por un túnel de más de tres metros de diámetro. Basura indescriptible entre los carrizales de la ribera, que en las aguas del Bravo deviene una mancha grisácea y espesa que eventualmente llegará al Golfo de México. Observadores independientes han ubicado ocho desagües similares en esta zona.

El gobierno no controla las sustancias que llevan. Las empresas no se hacen responsables. Los químicos se mezclan sin degradarse; son cancerígenos, abundantes, supuestamente prohibidos. A quién le importa. He ahí otro "atractivo" para las inversiones. "Cada día hay más casos de niños que nacen con anencefalia o daño cerebral", dice Ojeda.

Tere, trabajadora adherente de la Sexta declaración de la selva Lacandona, informará en la noche que ha registrado 98 casos de cáncer en mujeres, incluida su hija, a causa del tolueno y otras sustancias de industrias como Delphy Electronics, que fabrica autopartes para General Motors y mantiene a sus obreras en virtual esclavitud. Pero se han sindicalizado. "Hemos ganado ya cuatro sindicatos en distintas plantas", se enorgullece.

Una trabajadora de Reynosa, que también estuvo en Chiapas, recuerda: "Vimos que los zapatistas, que no tienen agua, ni luz, ni piso, son más ricos que nosotros porque tienen libertad". Una joven de Río Bravo, que desde los 16 años trabajó en una fábrica de envolturas para regalo, cuenta cómo las obreras organizaron un sindicato independiente, disputaron la titularidad con evidente ventaja, ganaron el recuento, pero la priísta CROC mandó golpeadores y a punta de pistolas les arrebató el registro. "Hasta secuestraron compañeros". Hicieron huelga. Ahora demandaron a la empresa. No se dan por derrotadas. Su plan es ganar a los gigantes.

 La Jornada online.

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