¡Aguas con el agua!
Reproducimos el artículo de Carmen Simón, ya publicado en la web de Patria Nueva, y ahora en HHR-NEWS, porque toca un tema fundamental, imagina nada mas, el agua que es un bien público, una riqueza pública que nos pertenece a todos, así como el petróleo, el espacio radioeléctrico por donde circulan las ondas de radio y televisión que por cierto recientemente se "privatizó" con eso de la Ley Televisa, bueno, el punto es que el agua desde hace muchos años inició una privatización silenciosa, sin que nos diéramos cuenta, las empresas refresqueras principalmente, extraen a diario enormes cantidades de agua del subsuelo mexicano, ¿tu sabes cuanto pagan estas empresas por tal motivo?, la respuesta es sencilla, NADA es lo que pagan las empresas al estado mexicano por tal, empero a nosotros nos cobran una botella de medio litro del vital líquido a $4.50 pesos, una botella de 1.5 litros a $9.00 pesos. ¿Es justo que una empresa nos cobre por algo que nos pertenece?
Ojalá que este artículo y este breve comentario despierte el interés nacional, es muy necesario. Se despide por el momento su atento servidor Oscar A. Enseguida el artículo:
Carmen Simón
Movimiento Ciudadano por una Patria Nueva
...todavía recuerdo cuando de niños, sedientos y cansados de corretear, bebíamos agua fresca directamente de la manguera conectada a la llave del agua de la calle.
¿Cuándo dejamos de beber agua de la llave? ¿Cuándo dejamos de llenar nuestra cantimplora con agua corriente? ¿Cuándo dejó de ser el agua un bien público? Desde 1983, las campañas publicitarias de las embotelladoras comenzaron a infundirnos temor a beber el agua potable, el agua de la llave. (Entre otros mitos dicen que las sales y los minerales nos provocan piedras en los riñones, cuando necesitaríamos tomar unos doce litros diarios de agua para que eso pudiera suceder.) Mentiras y más mentiras solapadas, por supuesto, por los gobiernos —De la Madrid dio el primer paso y de ahí le siguieron Salinas de Gortari, Zedillo y Fox—, en contra de la misma agua potable que empresas estatales nos proveen, previo pago del recibo mensual. Hoy, el cargar con nuestra botellita de plástico con agua comprada a mil o diez mil veces más —sí, a mil o diez mil veces, según la marca—, de lo que les costó conseguirla a los embotelladores, es una escena tan común y “tan sana”... (bueno, al menos eso dicen los anuncios).
Para la economía doméstica, el gasto por el agua no es “tan sano”, sino más bien desproporcionado. En una familia promedio de cinco miembros, y yéndonos por lo bajito, digamos que asciende aproximadamente a 650 pesos mensuales. Es decir, 350 pesos del recibo estatal y 300 de botellones comprados a empresas privadas. Eso sin contar lo que gastamos en las botellitas adquiridas en la calle.
¿Quiénes se benefician con estas prácticas comerciales feroces? Cuatro trasnacionales controlan gran parte del exitoso negocio del agua embotellada del país: Coca-Cola, Pepsico, Nestlé y Danone, que obtienen el agua con subsidios estatales asombrosamente generosos y favorables. Que quede claro: el estado, nuestro estado, subsidia el agua a las trasnacionales, no a sus ciudadanos, no, a las trasnacionales.
El agua es un bien común y un derecho humano básico, y el consumo doméstico debería tener prioridad sobre el consumo agrícola e industrial. Además, debemos garantizar el agua para las futuras generaciones.
¿Y qué podemos hacer para evitar estas prácticas fraudulentas de privatización de un bien público, como el agua? Entre otras, dos cosas sencillísimas: asegurarnos de que nuestro tinaco esté limpio (nos cuesta más o menos 350 pesos cada seis meses) y NO comprar agua embotellada.
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