Recobrar la dignidad en Brasil
Gloria Muñóz Ramírez / La Jornada
Columna: Los de abajo
A 30 kilómetros de Sao Paulo, Brasil, Gaúcho construye su casa en Dom Thomas Balduino, asentamiento del Movimiento Sin Tierra (MST) pionero de la Comuna de la Tierra, nueva concepción de asentamientos constituidos en las proximidades de los grandes centros urbanos, para dotar de tierra a una población expulsada del campo por la pobreza y arrojada a las ciudades en busca de trabajo.
Gaúcho llegó "con una mano atrás y otra adelante", vivía en las calles de Sao Paulo, solo y con el virus del sida mermando su cuerpo. Venía de Rio Grande do Sul, en la frontera con Argentina y Uruguay, zona con fuerte tradición campesina que tiene su origen en las migraciones europeas, principalmente italianas y alemanas.
A Gaúcho, como a cientos de personas seropositivas, lo apoyaba La Fraternidad, organización católica vinculada a la teología de la liberación, que ofrece un lugar para dormir, comida y medicamentos (cuando hay) a personas enfermas en condición de calle. Gaúcho empezó a recuperarse y posteriormente se incorporó al Movimiento de los Trabajadores Sin Techo (MTST) y después al de los Sin Tierra.
El asentamiento Dom Thomas se encuentra en medio de un cinturón verde en el municipio Franco da Rocha. Son 930 hectáreas ocupadas en su mayoría por migrantes provenientes del noreste y de otras regiones rurales de Brasil. Muchas de estas personas acuden a un albergue católico en busca de un lugar para dormir, y ahí conocen al MTST o al MST; otras son buscadas por el propio movimiento bajo los puentes de Sao Paulo o en las favelas. Son, todas, personas excluidas de la sociedad que inician un breve proceso de politización antes de pasar a una acción de ocupación; en este caso la de estas tierras que pertenecían al gobierno de Sao Paulo y eran explotadas por una compañía de cultivo de eucaliptos.
"Fue el 7 de septiembre de 2001. La ocupación la hicimos por la mañana. Llovía. Ya casi oscureciendo llegó el batallón de choque de la policía y vino la represión y el desalojo. A todos nos golpearon, hasta a los niños, por lo que nos tuvimos que ir a Bras, aquí cerca", recuerda Paulo Mineiro. Después vino la resistencia, la historia de reocupación y nuevos desalojos, la instalación de un campamento a toda hora amenazado, la negociación y, finalmente, la constitución del asentamiento.
Actualmente cada una de las 63 familias que conforman el asentamiento trabaja tres hectáreas de tierra (el resto pertenece a una reserva ecológica que el propio movimiento vigila). Aquí se trata de eliminar el monocultivo y se busca una producción diversificada, además de impulsar el trabajo colectivo en proyectos como el de los invernaderos y viveros. El trabajo apenas empieza.
Dom Thomas Balduino es además pionero de un proyecto de construcción de casas, una conquista de la lucha que en estos momentos les permite levantar una vivienda para cada familia y, sobre todo, recuperar la dignidad alguna vez arrebatada en las calles de Sao Paulo. ¿Y después? "La lucha sigue, claro, nunca dejamos de ser unos Sin Tierra", es decir, parte de un movimiento que reivindica la justicia social y la reforma agraria.
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