Esta semana en Proceso
Plagada de vicios y fallas –corrupción, protección al narcotráfico, falta de controles internos y hasta enriquecimiento inexplicable de algunos altos mandos– las policías federales, en particular la PFP y la AFI, están sumidas en el desprestigio y la desconfianza, destaca el número 1600 de Proceso.
Lo peor: este conjunto de males no se han podido resolver pese a la multimillonaria inversión que el gobierno federal ha realizado en la última década para crear un modelo policial de excelencia.
Por estar presuntamente relacionados con el narcotráfico, el secretario de Seguridad Pública, Genaro García Luna, destituyó el pasado 25 de junio a todos los mandos de primer nivel de la AFI y de la PFP, pero hasta la fecha nadie ha sido procesado por ningún delito.
La remoción de los agentes –quienes ya promueven amparos para regresar a sus puestos– fue ordenada casi al mismo tiempo que comenzaron a surgir versiones respecto de una reunión entre narcotraficantes de los cárteles del Golfo y de Sinaloa.
Los jefes de estas organizaciones, según las mismas versiones, acordaron no sólo el reparto de territorios, sino también una tregua en todo el país a conveniencia de sus negocios ilícitos. La decisión de pacificar el territorio nacional –según esos acuerdos– sólo depende de ellos y no del gobierno federal, destaca el reportaje que publica Proceso este domingo 1 de julio.
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