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Ser pobre en este país deja mucho, según el INEGI
En 2005, 70% de la población se repartió 35.8% del ingreso, y el 30% se quedó con 64.2
En ese maravilloso país llamado foxilandia, muy cerca ya de "transformarse" en calderolandia, todos, absolutamente todos han ganado, máxime si se trata de los pobres entre los pobres. Parece increíble, desde luego, pero para eso existe la manipulación de cifras.
Guardado bajo mil candados, pospuesta por meses su difusión pública porque al gobierno del "cambio" casualmente se le cruzó el periodo electoral, finalmente el INEGI divulgó una versión parcial de la Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares (ENIGH) 2005, lo que tendría que haber hecho entre finales de mayo principios de junio pasados, es decir, en plena campaña y semanas antes de los comicios de julio.
En esa versión parcial, se aplaude que en el periodo 2000-2005 "todos los hogares incrementaron su ingreso en un monto inversamente proporcional a su condición económica", con lo que el discurso oficial sobre la supuesta reducción de la pobreza a lo largo del "cambio" no sólo se confirma, sino se documenta, según el INEGI.
Ha sido tal el avance, siempre según la versión oficial, que de 2000 a 2005 los mexicanos más pobres entre los pobres fueron los que mayor incremento registraron en su ingreso trimestral, con 19.5 por ciento, proporción que se compara positivamente si se observa el aumento que reportaron lo más ricos, que sólo fue de 1.9 por ciento.
Qué maravilla. Ser pobre en este país sí deja, y mucho, porque si se compara el aumento en el ingreso de los más pobres con el registrado por los más ricos, la diferencia supera los diez tantos, a favor, desde luego, de los primeros.
Visto así de sencillo, el gobierno del "cambio" ha sido rotundamente exitoso. El problema es cuando se entra al detalle, es decir, cuando la realidad arrasa, una vez más, con foxilandia, porque ese 19.5 por ciento de aumento en el ingreso del 10 por ciento más pobre se traduce en un monto económico que no alcanza ni para un bolillo.
En 2000, cuando Vicente Fox se sentó en Los Pinos, el ingreso corriente total promedio trimestral por persona en ese segmento poblacional fue de mil 66 pesos con 33 centavos; cinco años después ascendió a mil 274 pesos con 10 centavos, o lo que es lo mismo, 207.8 pesos entre un año y otro, equivalentes a 2 pesos 31 centavos diarios por trimestre.
En efecto, la diferencia entre el ingreso de 2000 y el de 2005 obtenido por los pobres entre los pobres equivale a un aumento de 19.5 por ciento, pero 100 por ciento de nada es nada, de tal suerte que no existe motivo para celebrar mejoría alguna, ni elementos para compartir la alegría del INEGI cuando asegura que "todos los hogares incrementaron su ingreso en un monto inversamente proporcional a su condición económica".
En el otro extremo, el ingreso del 10 por ciento más rico "sólo" se incrementó 1.9 por ciento. Lástima, pero en igual ejercicio ese pequeño aumento fue equivalente a 8.33 pesos diarios por trimestre, es decir, 3.6 veces más que el 10 por ciento más pobre.
No hay que dejar a un lado que las cifras del INEGI son promedios y en su resultado se incluye a la población que no obtiene ingreso alguno y a los que rebosan en ganancias. En este contexto, en 2005 cada mexicano obtuvo un ingreso trimestral promedio de 9 mil 610 pesos, contra 9 mil 67 pesos en 2000, 6 por ciento más.
Se subraya lo de los promedios, porque algún iluso supondría que Carlos Slim y el más pobre entre los pobres obtienen el mismo ingreso (los 9 mil 610 pesos de 2005 que dice el INEGI), cuando en realidad en el periodo 2000-2005 el magnate incrementó sus haberes (casi 20 mil millones de dólares o, si se prefiere, 11 millones de dólares diarios en esos cinco años) en una proporción equivalente al ingreso anual promedio de 43 millones de mexicanos. Tampoco todos los pobres entre los pobres obtienen un ingreso trimestral de mil 274.1 pesos. Algunos ni eso.
Lo que no es promedio, pero sí una realidad lacerante, es que el 10 por ciento más rico del país concentra el 36.5 por ciento del ingreso total, mientras el otro extremo, el 10 por ciento más pobre, se distribuye el 1.6 por ciento, una diferencia de 35 veces entre un segmento y otro.
En 2000, el 10 por ciento más pobre se repartía el 1.5 por ciento del ingreso nacional; cinco años después el 1.6 por ciento. En Los Pinos celebran que gracias a triunfos económicos y sociales, poco más de 2 millones de familias vieron crecer su ingreso 6.67 por ciento, aunque en los hechos el "aumento" haya sido de una décima de punto.
El hecho es que en 2005 el 70 por ciento de la población total (alrededor de 72 millones de mexicanos) se repartió 35.8 por ciento del ingreso total, mientras el 30 por ciento restante se comió 64.2 por ciento del pastel. Cinco años atrás las tajadas fueron de 34.1 y 65.9 por ciento, respectivamente.
Eso sí, según Los Pinos, hay que celebrar lo bien que le ha ido a lo pobres con el "cambio" y la "reducción en 30 por ciento" de la pobreza en el país.
Las rebanadas del pastel:
No mienten quienes dicen que los sobrevuelos en Oaxaca "son de abastecimiento" (monseñor Abascal) y "de rutina" (ex hombrecito de Bucareli, Santiago Creel), porque para reprimir requieren abastecer a la tropa y ya es rutina que repriman a los movimientos populares.
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