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BOMBA DE TIEMPO Ricardo Rocha

Bomba de tiempo

Cuando Oaxaca estalle nadie querrá hacerse responsable. Como si no hubiera culpables. Pero los hay. Desde ahora:

-El gobierno de Vicente Fox, por jugar a los ahorros y a los dispendios; primero que no tenía dinero y ahora que le sobra, como para destinar 41 mil millones de pesos a la rezonificación de los maestros. Igualito que en Atenco; quisieron pasarse de listos ofreciendo una miseria por las tierras del aeropuerto para luego "descubrir" que tenían 10 veces más de presupuesto. Ahora les corre prisa por limpiar un conflicto que ya está podrido.

-Ulises Ruiz, por aferrarse a un cargo que ya no ejerce y que él ha manchado con un ejercicio caciquil abusivo y represivo del poder. Pasará a la historia como el hombre que pudiendo evitar la violencia generalizada, provocó un baño de sangre por imponer sus ambiciones personales.

-El Senado de la República, por representar una farsa de investigación, a sabiendas de que al final se impondrían los intereses partidistas a la realidad. Por no tener el valor de decirlo claramente. Por querernos engañar. Por querer lavarse la cara, reconociendo que Ulises Ruiz ha lesionado la institucionalidad y la legalidad en el estado, así como haber sumido a los ciudadanos en la incertidumbre y desesperación. Todavía más, en el mismo dictamen -aprobado hasta por los priístas- se afirma que "es claro que la permanencia del titular del Poder Ejecutivo en el estado no otorga las condiciones suficientes que coadyuven a restablecer la normalidad". Pues aun reconociendo esa ingobernabilidad manifiesta, los senadores del PAN y el PRI procrearon un engendro jurídico para justificar que no procede la declaratoria de desaparición de poderes y que además ni tienen facultades para ello. Lo que no nos dijeron es que lo jurídico es para ellos lo menos importante. Que lo único que cuenta es la conveniencia política de seguir juntos en el PRIAN para poder gobernar este país al precio que sea, tapaderas mutuas incluidas.

-El PRI, que moviéndose a conveniencia de los hilos del poder que titiritea Ulises, juega irresponsablemente a las guerritas y está organizando grupos de choque paramilitares para "rescatar Oaxaca" enfrentándose a los miembros de la APPO, a quienes piensan reprimir y doblegar. Desde luego, con el aporte fundamental de la fuerza pública federal y las policías estatal y municipal.

Todo está listo pues para un baño de sangre en Oaxaca. La determinación convenenciera y leguleya de los PRIAN senadores no sólo abrió la puerta a esa posibilidad, sino que encierra el conflicto en un cerco de violencia y represión institucionales.

Lo malo es que quien o quienes diseñaron esta estrategia están cometiendo errores de cálculo de consecuencias catastróficas: primero, no hay modo de garantizar operaciones quirúrgicas ni en el levantamiento de los plantones en el centro histórico ni de las barricadas en el resto de la ciudad; si los senadores se creen sus propias mentiras de que se trata de "unos cuantos alborotadores", es asunto de ellos, el problema será de la PFP y del Ejército camuflajeado de tal, porque van a encontrar a miles de oaxaqueños que defenderán sus posiciones con una ferocidad nunca antes vista.

Se equivocan también quienes piensan que el probable regreso a clases de los maestros de la celebérrima sección 22 desinflará la insurrección. Son 70 mil maestros y no todos se someterán a su dirigencia. Su belicosidad es ya legendaria. Desde hace rato que la revuelta cruzó ya su punto de no retorno para convertirse en una batalla obsesiva por expulsar a Ulises Ruiz del gobierno de Oaxaca.

Hay por cierto quienes aseguran que no todo se resolverá con la renuncia del polémico, poliédrico y folclórico personaje. Es cierto. Que Oaxaca requiere de profundas reformas políticas, económicas, infraestructurales, sociales y de justicia para ser la matria que Juárez soñó. También es cierto. Tanto como que todo pasa, sin embargo, por la salida de Ulises Ruiz. Que se dará necesariamente, indubitablemente. Sólo que ahora por un camino más largo y sinuoso. También lleno de sangre y muertos.

Para desgracia de este país, Oaxaca se nos ha convertido en la crónica de una desgracia anunciada. En una bomba de tiempo cuyo conteo está en cuenta regresiva que nadie quiso desactivar.

ddn_rocha@hotmail.com

 

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