Orgullo del MST
Gloria Muñoz Ramírez
Columna Los de Abajo / La Jornada
Sábado 14 de julio, 2007
Cada ladrillo de la Escuela Nacional Florestan Fernandes, del Movimiento de los Trabajadores Sin Tierra (MST), de Brasil, fue levantado por brigadas de campesinos provenientes de más de 20 estados del país. Un trabajo colectivo sin precedentes que hoy hace posible la formación y educación de cientos de cuadros pertenecientes a uno de los movimientos antineoliberales más representativos de América Latina.
La educación es el pilar fundamental del MST. Desde su nacimiento, en enero de 1984, reivindican la necesidad de formar a sus cuadros en el interior del movimiento, evitando reproducir las experiencias de otras organizaciones que han sido formadas política y técnicamente por personas externas, incluso por gente de otros países que sostienen una ideología muy definida.
A 65 kilómetros de la capital de Sao Paulo, en el municipio de Guararema, se levanta la Escuela Nacional Florestan Fernandes, orgullo de un movimiento que reivindica la reforma agraria con justicia social y soberanía nacional. El primer ladrillo (hecho de una mezcla de tierra y arena, siguiendo una técnica ecológica), fue puesto el 22 de marzo de 2000 y cinco años más tarde, abrió sus puertas a los hombres y mujeres que llegaron a tomar los primeros cursos.
La construcción de la escuela fue en sí misma toda una experiencia colectiva que involucró el trabajo de 25 brigadas de hombres y mujeres del MST (más de mil trabajadores en total), pertenecientes a 112 asentamientos y a 230 campamentos del movimiento. Durante cinco años los militantes hacían ladrillos durante el día y estudio colectivo por las tardes, desarrollando, sin paredes aún, la educación popular orientada por Paulo Freire.
En una de las aulas de estudio hay una mesa con una fotografía del Che y canastas con diferentes semillas, banderas del movimiento y leyendas alusivas a la lucha por la tierra. Es parte de la "mística" con la que se inician las clases en una escuela que tiene como prioridad, además de formar a sus cuadros, generar un espíritu de identidad entre sus militantes, basado en la lucha por la tierra y la búsqueda de un mundo mejor.
En la Escuela Nacional Florestan Fernandes se imparten, en convenio con diversas universidades, cursos de historia, gestión administrativa, filosofía, economía y economía rural. Estos cursos son reconocidos por el Estado, pero hay otros de formación política que no tienen validez oficial. Y éste es uno de los grandes desafíos del movimiento, pues por una parte se siguen los programas oficiales en las carreras universitarias y, por otro lado, se lucha contra el sistema. ¿Cómo obtener el reconocimiento oficial y al mismo tiempo formar cuadros militantes? ¿Para qué el reconocimiento de un Estado, si se lucha (y se forma) precisamente para transformarlo?
Es precisamente la generación de un pensamiento crítico en el interior del movimiento uno de los logros más grandes del MST, explica Gerardo, de relaciones internacionales de los Sin Tierra, "pues el énfasis en la educación ha permitido que el movimiento alcance una madurez política que nos obliga a pensar y repensar qué es lo que queremos".
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